+alto_a vista de dron Dejarse las suelas por la Sierra Norte de Sevilla Texto Javier Domínguez Reguero Cerro del Hierro, Sierra Norte de Sevilla © Rebeca Heredero Moren/Getty Images. Seguir leyendo “¿Cómo puede haber en Sevilla un sitio tan verde, con tanta agua y tanta vida?”. Es una de las reacciones más comunes entre los visitantes de la Sierra Morena sevillana, según Paco Conde, responsable de turismo y naturaleza de TURnature. La sorpresa también proviene de personas de la provincia. “La gente de Sevilla no sabía dónde estaba su sierra”, recono-ce Conde, citando una reciente encuesta. La comarca incluye a diez municipios —Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, Guadalcanal, Las Navas de la Concepción, El Pedroso, la Puebla de los Infantes, El Real de la Jara y San Nicolás del Puerto—, por los que se des-parrama el Parque Natural Sierra Norte de Sevilla, que esconde un variopinto patrimonio natural, cultural e histórico. Dehesas de encinas y alcornoques, quejigos, olmos y pinos son característicos de un entorno serrano en el que habitan jabalíes, ciervos y gatos monteses, entre otros mamíferos. La tímida cigüeña negra, el águila azor perdicera y los bui-tres leonado y negro sobrevuelan el cielo. A esta diversidad florística y faunística se le une un capital cultural repleto de castillos y torres de vigilancia, iglesias, ermitas, monasterios, cortijos, casas de campo y explotaciones mineras. El parque natural, nombrado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2015, ha dinamizado la economía local y los vecinos buscan sacarle partido a la zona. “La oferta de alojamiento es grande y está lista para recibir a todo tipo de clientes”, dice Conde. El número de camas va por delante del propio desarrollo turístico de un área especializada en actividades al aire libre de bajo impacto, como senderismo, cicloturismo, ornitología, astroturismo, escalada y barranquismo. Antiguo trazado ferroviario “Todos los pueblos tienen su encanto, pero la verde vía que incluye las cataratas del Huéznar y el Cerro del Hierro es el principal reclamo”, resalta Conde. La antigua línea ferrovia-ria que unía el puerto de Sevilla con las minas del Cerro del Hierro se ha recuperado para que los caminantes disfruten de una vía de dificultad media de unas cuatro horas de dura-ción a pie. También se puede hacer pedaleando. Paisajes de monte mediterráneo adornan los casi 20 kiló-metros por el valle del río Huéznar. El sendero está salpicado por antiguas instalaciones ferroviarias y en el único túnel de toda esta vía verde, a la entrada al municipio de San Nicolás del Puerto, todavía se puede ver el hollín de las locomoto-ras en el techo. Cerca de allí se sitúan unos saltos de aguas que conforman las Cascadas del Huéznar. Este conjunto de toboganes y cortinas de roca no es la única joya geológica del camino. El itinerario termina (si se realiza desde la estación de tren Cazalla-Constantina) en el Cerro del Hierro, un para-je kárstico denominado Monumento Natural de Andalucía. Esta antigua explotación minera al aire libre, cuya actividad se inició en época romana, es punto de encuentro para los amantes de la escalada y la espeleología. Combatiendo el calor La historia geológica del parque natural, con categoría de Geoparque desde 2011, va de la mano de una red hidrográfica apoyada en los tres principales ríos de su territorio: Huéznar, Víar y Retortillo. En su descenso serrano hacia el Guadalquivir dejan charcas y arroyos que refrescan la comarca. La densidad del matorral y el espesor del bosque de ribe-ra, hábitat de numerosos pájaros insectívoros como el martín pescador y reptiles como la culebra bastarda, traen la som-bra cuando el sol aprieta. Itinerarios como Hoyas de Riscos Blancos, Rivera de Ciudadeja, Cañón del Río Viar o el Cañón del Arroyo Gargantafría se hacen más encantadores junto al rumor de los cursos de agua. El Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla es un atractivo de turismo rural y de naturaleza por descubrir. El visitante solamente necesita la curiosidad y un par de bue-nas botas para dejarse llevar por la ruta. El caminar siempre genera hambre y sed y los distintos municipios de la comarca saben bien de esto. La cocina local pone en la mesa carnes de caza y embutidos, setas y dulces tradicionales. El buche se llena con vinos y anisados.