30 ANIVERSARIO Expo 92 © Kai-Uwe Wärner/picture alliance via Getty Images. Unidad de Ave en mantenimiento © Gec Alsthom Transporte/AHF Recorrer en tren los 529 km que de Madrid a Sevilla suponía seis horas y un minuto. En Ave, dos horas y media. Seguir leyendo Un Ave en los talleres de Cerro Negro de Madrid, recibiendo labores de mantenimiento en los años noventa. La cantante María del Mar, vestida de flamenca, posa junto a Curro, la mascota de la Expo 92). La Olimpiadas de Barcelona. La Expo de Sevilla. Madrid Capital Europea de la Cultura. Los conciertos de U2, Pearl Jam, Nirvana y Dire Straits... Relegada históricamente a la cola de los países europeos, en 1992 España disfrutaba por fin de la tan ansiada modernidad. La prensa internacional se refería a nosotros como “los nuevos alemanes del sur”; y en ese contexto de euforia colectiva, la llegada del tren de Alta Velocidad supo-nía la guinda de una incipiente Marca España. “Lo que más me impactó la primera vez que monté en Ave fue la brevedad del viaje. También el diseño del tren, el confort de los vagones y la forma de embarque, tan dife-rente a lo acostumbrado. Todo era moderno, todo era nove-doso. Todo indicaba que estábamos entrando en una nueva era para el ferrocarril en España”, recuerda Francisco Polo Muriel, director del Museo del Ferrocarril de Madrid, de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. 30 años después de aquel primer servicio de Alta Velocidad, el tren es el principal modo de transporte colecti-vo elegido en la península para trayectos de Larga Distancia. Este hecho tiene implicaciones en el sector industrial y ferro-viario español, todo un referente mundial; en el sector turís-tico, donde España es potencia; y en una economía baja en carbono. Además, cualidades como la seguridad, la fiabilidad y la puntualidad de la Alta Velocidad son valores añadidos que nada tienen que ver con lo que el ferrocarril ofrecía al inicio de la última década del siglo pasado. Tanto es así, que casi 470 millones de viajeros han utilizado la Alta Velocidad en España desde 1992. “En 1992 se hablaba del Ave como ‘un avión a ras de tie-rra’. Para borrar esa idea del ferrocarril como un sistema anti-guo, ineficaz e impuntual, Renfe diseñó un innovador con-cepto y logró modificar la percepción del ferrocarril desde un solo producto: el Ave”, dice Ángeles Táuler, subdirectora de Estrategia e Innovación de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Aquel nuevo tren hacía realidad un programa sim-bólico muy apetecible: amplitud, posibilidad de moverse por el interior del vagón, rapidez, puntualidad, confort… “El tren de Alta Velocidad se convirtió en una referencia de presti-gio”, continúa la experta. “En las clases Club y Preferente se servía la comida en el asiento, se entregaba el periódico y se obsequiaba con atenciones. Eran prestaciones asimiladas del avión. La velocidad era un factor decisivo, sí. Como también las connotaciones de estatus asociadas al uso del Ave”. Avant, Alvia y la llegada del Avlo La Alta Velocidad ha ido extendiéndose y estimulando la movilidad cada vez que llega a un nuevo destino. Sevilla, Málaga, Barcelona, València, León, Alicante, Granada, Ourense… La llegada del Ave a una región provoca de inme-diato dos fenómenos. Por un lado, intensifica la deman-da del tren. Y, lo más importante: hace que la movilidad se dispare. El Ave trae consigo las ganas de viajar. ¿Y qué ha cambiado en estos 30 años? Poco y todo. Los valores con los que nació el Ave –tecnología punta, excelencia de servi-cio, seguridad, fiabilidad, puntualidad– siguen invariables, pero todo lo demás ha cambiado. Han surgido otros servicios como Avant, Alvia y Avlo, cada cual con un sentido particular. Han aumentado las frecuencias y conexiones –en Puerta de Atocha, la principal estación de España, el trajín de trenes de Alta Velocidad por las mañanas comienza a asemejarse a los de Cercanías–. La oferta se ha diversificado con precios para adecuarse a todo tipo de viajeros. De hecho, las tarifas low cost hacen que a día de hoy sean cada vez menos los usuarios del ferrocarril que no han viajado alguna vez en Ave. La Alta Velocidad ha pasado de ser una excepción a formar parte de nuestro día a día de forma natural. De línea a red El servicio de Alta Velocidad empezó con seis circulaciones diaria por sentido. Hoy cada día se producen en España 331 circulaciones de trenes de Alta Velocidad, de los cuales 158 son Ave. La red que se inauguró con 471 km alcanza hoy los 3.726 km, convirtiéndose en el trazado de Alta Velocidad más largo de toda Europa. Renfe sigue incorporando nuevos destinos: Galicia ha sido el último. En tres décadas, aque-lla primera línea Madrid-Sevilla ha dado paso a una red con 13 líneas jalonadas por 40 ciudades Ave (a las que hay que sumar 18 ciudades Alvia). El calado social suma y sigue, y hoy más del 70 % de la población española cuenta con servi-cios de Alta Velocidad de Renfe. Pero si la frecuencia de trenes y la extensión de la red han ido a más, los precios han ido a menos: en 1992 las tari-fas más económicas –en las horas valle– eran 6.000 pese-tas en Clase Turista (36 euros de hoy); 8.400 (50 euros) en Preferente; y 11.200 (67 euros) en Club. En las horas punta el arco iba desde las 8.400 a las 16.500 pesetas (de 50 a 99 euros). Hoy el sistema de precios dinámicos Renfe permite viajar en Ave entre Madrid y Sevilla desde 20 euros. Los 18 trenes de Alta Velocidad que componían la flota inicial se han multiplicado hasta sumar hoy 229 vehículos, conformando una de las flotas más modernas y versátiles de Europa. En ella conviven trenes diseñados para circular por vías de ancho internacional (llamado UIC, o Alta Velocidad en España) con trenes de ancho convencional o peninsular. Más veloces que Francia y Japón Pero si algo ha cambiado de verdad es la velocidad. Y con ella, el tiempo de los viajes. A finales de los años 80, recorrer en tren los 529 km que separan Madrid de Sevilla suponía seis horas y un minuto. Hoy ese trayecto se consuma en dos horas y 23 minutos. La velocidad comercial media en España se sitúa hoy en 222 km/h, superior a la de Japón (218 km/h) y Francia (216 km/h), según Adif. Especialistas en impacto ambiental recuerdan que “hay alicientes incuestionables a favor, como su eficiencia, sos-tenibilidad y menor impacto en la huella ecológica frente a otros medios de transporte”. La apuesta por trenes de última generación, mantenimiento óptimo, energías certificadas y compromiso con estudios de cara a preservar los espacios frá-giles y de valor natural sensibles a los trazados son exigencias que se asumen cada día. Además, prestaciones como el wifi a bordo, la plataforma PlayRenfe con contenidos a la carta y los coches En silencio –que ofrecen la posibilidad de viajar sin el sonido de los teléfonos– sitúan el Ave a la vanguardia de la conectividad y el confort. Rapidez, puntualidad, como-didad y todo un horizonte de posibilidades a una velocidad media de 222 km/h.