Alcanzar Besalú después de atravesar su esbelto puente románico, cuyos siete arcos hacen un quiebro sobre el río Fluviá, provoca la sensación de haber viajado en el tiempo. Y no es para menos. Sobre su quinto pilar se levanta una espectacular torre hexagonal fortificada, con aspilleras que miran hacia poniente, y se diría que, al pasar bajo sus arcos, dejamos atrás todo atisbo de modernidad. Besalú –el topónimo viene de Bisuldunum, “entre dos ríos”, el Fluviá y el Capellades– es una de las poblaciones medievales mejor conservadas de toda Cataluña, y su riqueza arquitectónica ya la hizo merecedora del título de Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1966. Se trata de un pueblo pequeño –apenas tiene una extensión de cinco kilómetros cuadrados–, pero en sus calles y plazas no es difícil imaginar la vitalidad que debió poseer cuando, en el siglo X, fue la capital de un condado independiente. BESALÚ Siete arcos para viajar en el tiempo Paisaje nocturno desde el río en el pueblo medieval de Besalú: © Álex Salcedo/Getty. Significa “entre dos ríos”. Besalú es una de las poblaciones medievales mejor conservadas de Cataluña. +merece un viaje +merece un viaje QUÉ HACER AQUÍ… Una buena opción es hacer una excursión por los caminos de la ribera del río Fluviá, cuyos bosques crean un microclima muy agradable y dan cobijo a una fauna muy diversa, entre la que se cuenta un buen número de especies de aves de ribera y acuáticas, además de anfibios, reptiles y mamíferos como la gineta o el visón. Situado entre los valles de Cogolls y de Hostoles y también emplazado al sur del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, no hay aquí antiguas construcciones, castillos ni grandes plazas medievales, pero en sus alrededores la naturaleza ha creado algunos escenarios de increíble belleza. Son los llamados Gorgs de Les Planes, una serie de pozas y pequeñas lagunas que van salpicándose a lo largo del cauce del río Brugent y que han servido en numerosas ocasiones de escenario para el rodaje de películas y anuncios publicitarios. Durante varios kilómetros, el río dibuja aquí pequeños saltos de agua, se divide en diferentes cauces o se embalsa y encalma por completo, provocando en el visitante una agradable sensación de paz. Vale la pena visitar alguna de estas maravillas, como el Gorg de Can Poeti, el Gorg de la Bruixa o los Gorges de Santa Margarida. LES PLANES D’HOSTOLES Pozas de película 1 / 2 QUÉ HACER AQUÍ… Es fundamental tener en cuenta que, al tratarse de espacios naturales protegidos, el aforo a los Gorgs de Les Planes está limitado, sobre todo en épocas como el verano, de gran afluencia de público. Hay que comprar un ticket con anticipación. Cascada conocida como La Plana, Planes d’Hostoles: © Estivillml/Istock/Getty. El topónimo nos cuenta su origen. La villa nació en el siglo XVIII como una extensión de un antiguo hostal establecido en el viejo camino real que unía Olot con Vic, y aquí, a poco más de diez kilómetros al sur de la primera de estas poblaciones, sigue estando un caserío que ha cambiado muy poco desde entonces y que, en realidad, es poco más que una calle: la calle Teixeda, cuyas pintorescas casas le han valido la consideración de Conjunto Histórico-Artístico. Perfectamente alineadas una junto a la otra, las fachadas de piedra, los espacios correspondientes a cada una de las eras de cada vecino, los amplios aleros de sus tejados, y sus floridos balcones de madera componen una estampa de gran potencia visual. Dos curiosos monumentos hay en el pueblo, uno dedicado a los campesinos, del artista Modest Fluviá, y una imponente obra escultórica de Rosa Serra. HOSTALETS D’EN BAS Un pueblo que es una calle 2 / 2 Flores de amapola y primavera en Hostalets D’en Bas: © Alberto González Giménez / Alamy QUÉ HACER AQUÍ… Acercarse, a muy pocos kilómetros, hasta la pequeña iglesia-castillo de Sant Miquel de Falgars –o de Castelló–, hoy habilitado como refugio de montaña. Desde aquí se disfruta de una imponente vista panorámica de toda la Vall d’en Bas, de la ciudad de Olot y de gran parte del Pirineo.