+MERECE UN VIAJE “El ecosistema artesano está muy vivo. La artesanía es un patrimonio inmaterial y una forma de vida que debemos conservar” Ana García, directora de la Cátedra de Innovación en Artesanía, Diseño y Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada Sergio Valverde tiene una lista de espera de tres años para los cursos que imparte sobre cómo construir guitarras según la tradición y el método clásico. Seguir leyendo “El ecosistema artesano está muy vivo”, celebra Ana García, directora de la Cátedra de Innovación en Artesanía, Diseño y Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada. Creada a principios de 2021, la iniciativa busca estimular el sector con nuevas líneas de investigación que ayuden al sector en su tránsito hacia la economía circular, el uso de materiales nove-dosos o el crecimiento en el marketing digital. Ahí es preci-samente donde Victoria y Bruno han impulsado su actividad durante la pandemia, evolucionando hacia piezas únicas y peticiones personalizadas. “Son retos que nos encantan”, dice la almeriense, que llegó a Granada para poder estudiar Bellas Artes. Es la misma razón que llevó hasta la ciudad andaluza a Noemí Flores, de 44 años y nacida en Alicante. También vecina del Albaicín, fusiona oficios y técnicas relacionadas con la cerámica. Además, ha conseguido atrapar la esencia de los jardines y huertos del Generalife –residencia veraniega de los sultanes de la Alhambra– en aceites esenciales, cremas o champús sin productos químicos ni plásticos innecesarios. Sus jabones tienen formas alhambrinas. “Donde hay amor hacia la cultura, como en Granada, lo hay hacia la artesanía”, sostiene Flores. Taracea granadina hasta en Nueva York Bien lo sabe Óscar Beas, que a sus 46 años mantiene viva la taracea, técnica que parte de la incrustación de diferen-tes materiales para formar figuras geométricas. Con mucha paciencia, Beas realiza llamativos diseños que vende en su tienda de la calle de los Reyes Católicos, una isla rodeada de franquicias. En ella hay juegos de ajedrez, jamoneros, cajas, pendientes o imanes. El recinto atrapa. “Hemos traído la taracea al 2021 con nuevas líneas”, explica quien envió este verano 500 cajas de taracea con destino al Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Beas aprendió la profesión de su abuelo, su padre y sus tres tíos, que le introdujeron en la disciplina con 14 años. Ahora, sin escuelas que enseñen las técnicas, teme que el relevo generacional nunca llegue. Quien sí ha tomado las riendas de la empresa familiar es María Soto (42 años), que hace una década se puso al fren-te de la compañía que sus abuelos fundaron en 1926. Fue un cambio radical: dejó de impartir clases de sistemas ope-rativos para dedicarse a la orfebrería, y refundó el proyecto bajo el nombre Las Granadas de María. Sus joyas se apoyan en el fruto que da nombre a una ciudad “que inspira vayas por donde vayas”. “Todo es bonito”, confirma Saika Taku, de 41 años y nacida en Tokio que, a principios del siglo XXI, viajó hasta Andalucía para enriquecer con la cultura local sus conocimientos en cerámica y su formación como dise-ñadora gráfica. Ese viaje le cambió para siempre. Fusión de culturas: Japón y Andalucía Saika durante su periplo andalulz conoció a Miguel Ángel Lorente, con quien terminó creando una familia y una empresa de cerámica basada en la gastronomía de Japón, Micazuki. De sus tornos salen vasos para té, cuencos para arroz o bandejas para sushi, además de pequeñas delicias de joyería. Elaboran sus propios colores con cenizas de encina, lavanda o raspones de uva, a las que añaden óxidos en un proceso vivo. Ellos se han asentado en Cónchar, en el Valle de Lecrín, donde por la mañana solo se escuchan las campanadas de la iglesia o a los gorriones en los tejados. Tienen vistas a Sierra Nevada, en cuya falda sur se ubica Mecina Bombarón, municipio desde el que trabaja Sergio Valverde (45 años). Él es uno de los ejemplos de la tradición guitarrera local: su fama no tiene fronteras y cuenta con una lista de espe-ra de tres años para los cursos de formación que imparte anualmente dos veces. Su iniciativa es celebrada desde la Universidad de Granada, porque es el modo de transmitir técnicas y una sabiduría que, de otra forma, correría el ries-go de desaparecer. “Es un patrimonio inmaterial que debemos conservar”, advierte la doctora Ana García, convencida de que la arte-sanía es una forma de vida ligada a la autenticidad, el terri-torio, la naturaleza y sus materiales. Y, de todo ello, no se puede negar que Granada tiene de sobra.