+de 200 KM/H Seguir leyendo Es un enclave privilegiado para disfrutar de las artes, las ciencias, el diseño, la naturaleza y la gastronomía El monumento a Francisco de Goya, obra de Mariano Benlliure, preside la entrada norte al Museo del Prado. Al fondo, la Iglesia de los Jerónimos. Alexis Rodríguez, propietario de Tip Shop. “Inspirado por el western, la ropa de trabajo y militar, me he especializado en marcas de moda y calzado que transmiten una historia. El cliente de Tipi Shop se preocupa por el estilo, la comodidad y la durabilidad”, dice. El barrio que Carlos III engalanara para poner Madrid al nivel de las grandes urbes de finales del XVIII constituye un destino turístico en sí mismo no solo para los visitantes –tres millones de viajeros exploran esta zona cada año, unos ocho mil al día–, sino también para los madrileños. Pasear y disfru-tar ese Madrid auténtico y de belleza infinita que se extiende en el perfecto rectángulo imperfecto trazado entre la fuente de Cibeles, la Estación de Atocha, la Puerta de Dante del Retiro y la Casa Árabe supone “un privilegio”, dice Maite G. Tejedor, diseñadora de joyas de Ginger & Velvet, vecina de este área de la capital. Pero lo es sobre todo para los madri-leños, por vivir “a pocos minutos de un espacio venerado por turistas que recorren miles de kilómetros para poder disfru-tarlo durante solo unas horas”, asegura. Arquitectura de la Ilustración y de los siglos XIX y XX El Paisaje de la Luz congrega un centenar de joyas de nues-tro Patrimonio: el estanque del Buen Retiro, las fuentes de Neptuno y Cibeles, el Círculo de Bellas Artes, los museos Reina Sofía, Prado y Thyssen-Bornemisza, la Iglesia de San Jerónimo, la Casa Árabe, el Palacio de Cristal, la Casita del Pescador del Retiro, la Estación de Atocha, las ruinas de la ermita de San Isidoro, las casetas de la Cuesta de Moyano, la Bolsa… “Es un Madrid bohemio donde, además de los gran-des museos, las tiendas de toda la vida conviven con nuevas propuestas de diseñadores, cafés de especialidad, bares cas-tizos, callecitas encantadoras…”, dice Alexis Rodríguez, pro-pietario de la tienda de ropa y calzado Tipi Shop. Un barrio “de sus vecinos” que sorprende a cada paso a todo el que se anima a explorarlo. “Ofrece algo muy diferente a lo que se puede encontrar en zonas comerciales como las calles de Serrano o Fuencarral”, dice Alexis. “El que viene es porque busca algo con personalidad y diferente”. Como la pastelería Motteau (San Pedro, 9), que él recomienda apasionadamen-te. “Es un local enano pero siempre hay cola. Su filosofía es la que define a todas las propuestas de esta zona: menos es más”. Veinte monumentos naturales y 23.000 árboles El valor del patrimonio se multiplica hasta el infinito gra-cias a la presencia de prodigiosos tesoros botánicos como los imponentes ahuehuete, eucalipto azul, tejo, cedro del Líbano, ginkgo, arce plateado o el ilustre almez de la Plaza de Murillo, que se yergue entre el Museo del Prado y el Real Jardín Botánico marcando el epicentro del primer paseo arbolado del mundo. Junto a los 23.000 árboles que se con-gregan en el territorio del Paisaje de la Luz –una reserva natural en el corazón de Madrid que dota a los ciudadanos de interesantes posibilidades ecológicas en el día a día–, la estampa idílica de estos seres sublimes apela al valor de una vida en contacto con la naturaleza. “Merecen una visita el olmo del Cáucaso, con sus majestuosos 43 metros de altu-ra; el cercano ciprés de más de 325 años; y el árbol de hierro persa, cuya madera se hunde en el agua”, sugiere Mariano Sánchez, Jefe de la Unidad de Jardinería y Arboricultura del Real Jardín Botánico. Tesoros que constituyen un documento histórico tan valioso como Las Meninas del Prado, el Péndulo de Foucault del Real Observatorio Astronómico, el Guernica del Reina Sofía o las vidrieras del Banco de España. Estos 20 árboles singulares, desde hace siglos, son testigos mudos sin los que este paisaje urbano no sería el mismo y que animan a quien lo recorre a establecer una relación con el mundo mediante lazos sensoriales y emocionales. “Todo aquel que pasa por debajo de sus copas sale relajado”, dice Mariano Sánchez, aludiendo al potencial de esta fantástica arboleda como punto neurálgico de esa biofilia cada vez más anhelada entre los que viven en grandes urbes. Luz, conocimiento, arte y naturaleza El Paisaje de la Luz convoca “la claridad de los cielos de Velázquez, el sentimiento de las palabras de Calderón, la cadencia clásica de la arquitectura de Villanueva y la belleza de la flora de Mutis”, dice el Manifiesto en el que el consejo Cívico y Social plasmó el espíritu de la candidatura. Es “una mancha verde en el corazón de Madrid que convierte el espa-cio en un potente foco de luz y conocimiento y que ha evolu-cionado desde el siglo XVI manteniendo su esencia”, sigue el Manifiesto. Y también un destino efervescente y cosmopoli-ta con una oferta lúdica que logra que el latido tan personal de Madrid palpite con ímpetu en esta zona por descubrir. Restaurantes, tiendas de diseño, librerías, cafés, galerías de arte, hoteles, spas y espacios wellness, callejuelas en las que perderse sin rumbo… “Yo pondría #arte, #cultura y #puravi-da”, nos dice Maite G. Tejedor cuando le preguntamos con qué tres hashtags etiquetaría una foto del barrio en sus redes sociales. Nosotros añadimos #deMadridalCielo y #eternidad.