SIEMPRE EN VANGUARDIA El año 1951 comenzaba con una buena noticia. El 1 de enero se creaba el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR; también el 23 de abril, se fundaba la Asociación de Academias de la Lengua España en México; y Libia se independizaba de Italia. Hitos históricos en el mundo que sobrepasaban, sin apenas rozar, la realidad que muchos vivían en España, donde la mayor noticia, probablemente, venía con el silbato del tren. Esto pasaba a los vecinos de la localidad de Valencia de Alcántara, en Cáceres, que desde los años 40 ya era una parada habitual en los trenes que arribaban en Portugal. Su estación era el lugar donde bajaban y subían viajeros de toda España camino al país vecino: jóvenes empresarios en busca de un futuro, trabajadoras que servían en Madrid, enamorados a los que la frontera separaba, burgueses que ya habían descubierto las delicias de Cascais o Lisboa… Un polvorín de idas y venidas, de personajes que animaban la tranquila vida de una estación que era refugio de la modernidad que el tren aportaba a los pueblos extremeños.