Seguir leyendo +de 200 KM/H Jordi Costa © Guadalupe de la Vallina - CCCB © Juan Bautista /Alamy/Cordon - Festival Grec © Cesc Maymo/Redferns for Manel Band Jordi Costa, director de exposiciones del CCCB (abajo); el centro cultural (arriba), acoge ahora la experiencia Urban nature, donde se pueden adoptar diferentes personalidades de ciudadanos de Barcelona gracias a las nuevas tecnologías. La música es muy importante en el festival Grec, por su escenario pasaron en 2020 grupos como Manel. Caminar por las Ramblas, con el Garbí de cara, es una deli-cia. Como lo es perderse sin agobios por los barrios vecinos del Born, Raval y Poble-sec, además de acercarse a las playas de la Barceloneta, el nuevo perfil soleado de la ciudad. Quizá la noche sorprenda paseando, allí donde se multiplican las terrazas de verano, creando un espectáculo inesperado de fraternidad urbana. En Barcelona, La ciudad de los Prodigios, como la lla-mó Eduardo Mendoza, todo es posible y todo está al alcan-ce de la mano: “muy cerca”, como nos recuerda Francesc Casadesús; tanto, que el director del festival Grec ha hecho de este “Muy cerca” (Molt aprop) el lema del festival. “Un evento ambicioso, ilusionado y optimista, abierto a todos”. Las veladas teatrales y musicales más emblemáticas de este certamen veraniego tienen lugar en el teatre Grec (Passeig de Santa Madrona, 36). Un foro singular en la montaña de Montjuïc, imitación del tradicional teatro griego. Se construyó en 1929 para la Exposición Universal, y ahora lo rodean unos magníficos jardines que crean un microclima nocturno. “Una propuesta como el Grec, con 37 escenarios repartidos por toda la ciudad, es la cumbre del esfuerzo teatral del año y el Grec, como teatro, encaramado en la montaña de Montjüic, es el carismático emblema del esfuerzo”. Casadesús subraya que no hay en España nada parecido al Grec. “Nuestro festival era un gran secreto, sólo al alcance de los barceloneses. Pero eso ha cambiado. Tenemos espectáculos para todos, incluidos los familiares; conciertos de música, vela-das de danza y también de circo. Representaciones de teatro en catalán, por supuesto, pero también en castellano”. Y Casadesús cita de corrido, entre las mejores ofertas de esta edición 2021, la versión teatral de La casa de los espíritus, adaptación de novela de Isabel Allende; Pedro Páramo, de Juan Rulfo, con dirección de Mario Gas, y Las criadas, de Jean Genet. Sin olvidarse de Angélica Liddell y su El olor a Sangre no se me quita de los ojos, Juan Belmonte, donde se hablará de catarsis, sacrificio, expe-riencia trascendental y tauromaquia. Tempest project, relectura de la La tempestad, de Shakespeare, realizada por Peter Brook, también llega a la ciudad este mes de julio. El director de cine y hombre de teatro, de 96 años, tan significativo para la cultu-ra europea como Ingmar Bergman, por ejemplo, que contará también con un ciclo dedicado a su labor cinematográfica en la Filmoteca de Catalunya, en agosto. Redescubrir el Palacio Savassona En Barcelona no merece la pena precipitarse, y menos aho-ra que la ciudad es más que nunca de sus vecinos. Entre kioscos y tiendas de flores, se vive estos días un espectáculo insólito: las Ramblas sin gentío. Los mismos barceloneses, que habían claudicado de su avenida más emblemática, asis-ten atónitos a su recuperación. “Las Ramblas vuelven a ser el eje cultural de Barcelona”, dice Isona Passola, productora de cine y presidenta del Ateneo Barcelonés, la primera mujer que preside el Ateneo en sus 160 años de historia. El Ateneo (Canuda, 6), cerca de Canaletas, con su maravi-llosa biblioteca y su jardín romántico, es otro secreto a voces, solo al alcance de sus socios. O así era hasta ahora: la nueva dirección de Isona Passola quiere facilitar la visita del Palacio Savassona, sede del Ateneo, y para ello organiza visitas guia-das (tel. 933 436 121) para todos. Ya es posible sentarse en su maravilloso jardín y visitar las salas donde se formaron Josep Pla, Dalí, Joan de Sagarra y tantos otros… A partir del Ateneo, la vida en las Ramblas transcurre en hori-zontal, a la altura de los ojos. Es un espectáculo continuo que empieza en Canaletas y acaba junto al mar, frente a la estatua de Colón. Por eso quizá los edificios que enmarcan el paseo se pueden permitir el lujo de coquetear con la decadencia, indife-rentes al paso del tiempo. Hay quien dice que el mismo Liceo (Rambla, 51-59), con más de 150 años de historia, superviviente a tres incendios, pasa desapercibido hasta que se encienden las luces de su fachada. En julio estará aquí Lucía Di Lammermoor. Y en su espalda, la Boquería (Rambla, 91), el gran mercado. Una delicia de visitar; tanto, que las paradas se quejan de que la gen-te no compra: sólo quiere mirar. Una ciudad saludable es caminable Y todo se hace andando con soltura, porque la ciudad es cada vez más peatonal. “Se han cerrado al tráfico rodado 44 calles en solo un año y se han multiplicado los carriles para bicicle-ta”, recuerda Olga Subirós, arquitecta, comisaria del pabellón catalán en la Bienal de Arquitectura de Venecia. “Debemos rediseñar Barcelona: las ciudades saludables son ciudades caminables”. Nadie sabe cómo será la Barcelona del futuro. El turismo volverá, pero de forma diferente. Lejos quedan de momento esos 12 millones de visitantes que acogió la ciudad en 2019. Un hotel como el Duquesa de Cardona (Passeig de Colom, 12), por ejemplo, al pie del paseo de Colón, ha visto como los extranjeros han desaparecido de sus instalaciones. Sus mayo-res clientes son ahora los mismos barceloneses. La nueva realidad urbana de los barceloneses Barcelona está cambiando. La podemos mirar desde la cum-bre del Tibidabo, su otra montaña, y desde allí contemplar la ciudad girando y girando sin parar desde su histórico tiovivo. O nos podemos acercar a El Nacional (Passeig de Gracia, 24 bis), ese almacén reconvertido en crisol del estilo, allí donde se siente, con un coctel en la mano, parte de aquella burgue-sía inquieta que construyó la ciudad que tenemos ante nues-tros ojos. Barcelona no se acaba. Pero más allá de sus calles ¿cómo son los barceloneses, en realidad? Jordi Costa, director de exposiciones del CCCB (Montalegre, 5), invita a descubrir-los con la actividad/evento Urban nature, una combinación de exposición y performance interactiva, realizada en cola-boración del grupo alemán Rimini Protocol. “Meterse en la piel de otra persona es posible –recalca Costa– gracias a las nuevas tecnologías. Cada uno de nosotros seremos, durante una hora, desde los amos del Passeig de Gracia a los parias sin techo que pululan por el final de las Ramblas”. Barcelona, efectivamente, Ciudad de los Prodigios. Donde puedes ser quien quieras ser… Al menos por un rato.