Texto jaime lorite Foto samuel sánchez La historia de la televisión en España no sería la misma sin Silvia Jato (Lugo, 1971), figura omnipresente a finales de los 90 y primeros 2000. Al frente de programas todavía hoy muy populares, como Pasapalabra, la presentadora se ganó un lugar en la memoria del público y, además de seguir en activo, continúa dejando huella en muchas familias gracias a su trabajo como Directora de Relaciones Institucionales y Portavocía en la Fundación Alcohol y Sociedad, dedicada a prevenir el consumo de alcohol en menores. ¿Cómo llegó a la Fundación Alcohol y Sociedad? Se pusieron en contacto conmigo y me encantó. Cuando eres madre, es algo que parece que no te va a afectar, pero, aunque nos creemos que conocemos a nuestros hijos, hay una parte de ellos que es secreta y privada. ¡Todos hemos sido menores! Si un menor consume alcohol, es siempre culpa de un adulto, tenemos que poner nuestro granito. ¿Y de qué manera actúa? En los 20 años que lleva la fundación, nuestros programas, evaluados por el Instituto Deusto de Drogodependencia, han recaído en 2.600.000 menores y hemos tenido en con-tacto a 36.000 familias. El éxito es que siete de cada diez menores cambian su percepción del alcohol. Muchos no consumirán, otros lo abandonan y otros reducen la cantidad que ingieren. Estamos muy contentos porque el objetivo es ese, proteger a la que va a ser nuestra sociedad. En su día, concienció sobre el cuidado de los anima-les con Pelopicopata. ¿Cómo recuerda esa etapa? Es algo que llevaré en mi corazón siempre, disfruté como una enana. Los animales hacen que descubras en ti algo muy especial. Estar en contacto con linces pequeñitos, con águilas, gorilitas, delfines que intentaban ligar contigo echándote agua... Al final, el ser humano es un animal. Con Pasapalabra en activo y formatos parecidos a Impacto TV aún de moda, ¿se siente una pionera? Pasapalabra hizo historia y estoy orgullosa de haberlo capita-neado. Son muchas las cosas que he hecho, los especiales, las galas... Si había que tirarse de un avión, ¡ahí iba la Jato! Lo más bonito es notar el calor de la gente, que eso se tra-duzca siempre en seguimiento, como más recientemente en mi etapa en La mañana de La 1 o Boas tardes (TVG). ¿Pasa mucho por su ciudad, Lugo? ¡No todo lo que quisiera! Aún no he podido estrenar el Ave, que tanto tiempo nos ahorra. Lugo es mi ciudad, soy romana de pro y, en el fondo, también vikinga. La mura-lla, Patrimonio de la Humanidad, es una de las pocas del mundo que se pueden recorrer por el adarve. Es la antigua Lucus Augusti, la capital de Gallaecia y referencia de Julio César, una ciudad con muchísima historia. ¿Tiene lugares predilectos por los que pasear? Caminar por la muralla al atardecer, con el sol poniéndo-se mientras te vas acercando a la catedral de Lugo, es una maravilla. Mi lugar favorito es la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, preciosa, barroca. ¿Y para comer o tomar algo? Es complicado decir un sitio, porque no se puede comer mal en Lugo. Le tengo cariño a La Palloza (Carretera de Vegadeo, km. 78), pero tenemos la mejor gastronomía. Cualquier pulpería es buena. Se come de muerte en torno al río Miño, en el interior... Para salir, la mejor zona es la calle de los Vinos. La Plaza de España tiene también el encanto del aperitivo, porque la restauración lucense es muy gene-rosa, sales comido ya con las tapas. Como indica el letrero a la entrada de la ciudad: “Para comer, Lugo”. El mural de Julio César, obra de Diego As y Mejor Mural Urbano del Mundo en 2022 según Street Art Cities, frente a la muralla romana de Lugo .