Texto Rosa alvares Foto Gonzalo Puertas miki esparbé. 37 años / “Me hubiera gustado hacer el interrail” Ya se intuía, cuando estudiaba Humanidades en la universidad en Barcelona, que su carrera iba a estar entregada a las artes, en lo más amplio del término. Actor, pero también autor de libros y director de cortometrajes, Miki Esparbé (Manresa, 1983), es uno de los más actores más talentosos de su generación. Está a punto de estrenar Reyes de la noche (a partir del 14 de mayo en Movistar+), donde da vida a Jota Montes, un periodista radiofó-nico que intenta arrebatar el liderazgo a su rival, basado en un legendario locutor de nuestro país. Pero la ficción también ha descubierto que tiene dotes de ventrílocuo, con la nueva adap-tación de Historias para no dormir, donde encarna a un actor que maneja a un muñeco diabólico. El actor parece que se ha insta-lado en el Renacimiento... Va a estar omnipresente en nuestras pantallas. La verdad es que sí… El inocente se acaba de estrenar en Netflix; le sigue Reyes de la noche, de Cristobal Garrido, Adolfo Valor y Carlos Therón; la película Malnazidos, Donde caben dos (con dirección de Paco Caballero y que se estrena en verano) y Tres, de Juanjo Jiménez, junto a Marta Nieto. Y ahora estamos inmersos en la nueva versión de la serie de misterio Historias para no dormir, dirigida por Paco Plaza. Es un auténtico reto. ¿Le asusta convertirse en un actor de moda? Lo que me da miedo es que, cuando algo está de moda, parece que tiene fecha de caducidad. ¡Y yo no quiero dejar de trabajar! Estoy encantado de que se estrenen cosas y, sobre todo, que piensen en mí para darme personajes tan distintos. El perfil de actor que siempre me ha gustado es el que arriesga, el que nunca se acomoda en unos recursos que sabe que funcionan y obtienen resultados. Usted borda la comedia y, aunque la vida requiere seriedad, necesitamos mucho sentido del humor. Yo siempre he estado en el ámbito del humor, la comedia me gusta mucho, no voy a renegar jamás de ella; ahora bien, con la edad y con los años de trayectoria profesional, lo que me apete-ce es mostrar más colores del Pantone. Y de vez en cuando los directores apuestan por mí y por dejarme ir enseñando cosas nuevas. Cosa que agradezco. Pero Reyes de la noche no es una comedia al uso… En efecto, no es de esas que producen carcajadas, sino de son-risa a veces amarga que te lleva a pozos y lugares muy turbios. Como el machismo que se vivía entonces en el ámbi-to laboral de una radio, y que hoy sería inadmisible… Es cierto que en esa emisora que mostramos hay testosterona pura y dura. Para mí es muy gráfico reconocer estas conductas tan antiguas en un plazo de tiempo que no es tan largo, ¡solo hace 30 años de aquello! Que una mujer no pudiera ocupar el horario de máxima audiencia en la radio se daba por hecho, aunque fuera la mejor periodista de la cadena… Hoy vivimos un momento muy especial, nos toca tomar conciencia por-que venimos de conductas y puntos de vista muy arraigados y necesitamos, como hombres, por encima de todo, escuchar y aprender, valorar y revisar qué podemos mejorar y qué no. Se ha hecho mucho, pero queda aún más por hacer: el feminismo es hoy muy necesario. El fútbol mueve aún muchos hilos, algo que no le ocurre a la cultura. ¿Eso es peligroso? Creo que vivimos un momento muy delicado porque, si bien es cierto que todo nuestro foco tiene que estar en que no haya más muertes por esta pandemia, el sector cultural ha tomado las medidas precisas para ser seguro. No se puede dejar de lado la cultura, es esencial y si no se cuida… Tengo sobrinos ado-lescentes y me preocupa lo que se vayan a encontrar, porque todo está en la educación. Y no hablo solo de las posibilidades y canales de consumir cultura, sino de principios, de inquie-tudes, de ganas de descubrir el mundo y comérselo. Y si no les damos a los chicos las herramientas para que eso suceda, no sé dónde llegaremos. A esa edad usted ya era un viajero empedernido… Soy de Manresa, una ciudad que está casi a hora y media en tren de Barcelona, que es donde estudiaba la carrera. Me pasaba tres horas diarias en un vagón, así que para mí el tren era un lugar conocido cuando de mayor me ha tocado coger Ave arriba, Ave abajo… Reparto muy bien el tiempo en los viajes, me sé organizar muy bien para leer, ver pelis pendientes, trabajar… Me hubiera gustado hacer el Interrail, pero como ya me pilla mayor, ahora sueño con hacer el Transcantábrico Gran Lujo. ¡Estoy en edad de ello! [risas].